LA IMPORTANCIA DE SU DIVINIDAD
¿Qué se perdería si el Espíritu Santo no fuera Dios? Lo que significaría para la salvación y la adoración si el Espíritu Santo no fuera plenamente Dios es serio.
La Biblia nos dice que el Espíritu es responsable por la regeneración de los creyentes. Habita en nosotros y nos llena. Renueva nuestro pensar y cambia nuestro carácter. Tiene el poder para resucitar y hace a los seguidores de Cristo como es Dios: santo. Si el Espíritu Santo no es Dios, ¿cómo podemos estar seguros de que no solo puede hacer cualquiera de estas cosas, sino también que puede hacerlas de tal manera que sean aceptables ante Dios?
Lee 1 Pedro 1:2 ( CB ) ; 2 Corintios 13:14 ( CB ) ; y Mateo 28:18 y 19 ( CB ) . El hecho de que el Espíritu Santo sea mencionado junto con Dios el Padre y con Jesucristo, su Hijo, en el bautismo y en bendiciones, ¿qué nos dice acerca del lugar del Espíritu Santo en la adoración a Dios?
La divinidad del Espíritu Santo nos ayuda a relacionarnos con él de maneras apropiadas que lo reconocen por quien realmente es. Su divinidad es la presuposición para una espiritualidad centrada en Dios. La iglesia del Nuevo Testamento, sin dudar, menciona al Espíritu Santo al lado de los otros dos miembros de la Deidad.
El Espíritu Santo ocupa el mismo nivel y posición que el Padre y el Hijo en el acto del bautismo. Este tiene una importancia espiritual intensa y es una ordenanza de adoración profunda. Lo que es cierto en el acto del bautismo es igualmente verdadero en la bendición apostólica. Es una invocación de adoración en la que el Espíritu Santo es alabado al igual que el Padre y el Hijo. Las tres Personas de la Deidad son mencionadas lado a lado y son ratificados de igual manera.
El Espíritu Santo es confirmado como objeto propio de adoración en el Nuevo Testamento, no solamente en la bendición y en el bautismo apostólicos, sino también en el requerimiento constante de que dependamos de él para toda bendición espiritual y de que debemos serle obedientes como nuestro Maestro y Santificador divino. ¿Es importante que el Espíritu Santo sea Dios? Sí, muy importante. Si sabemos quién es él verdaderamente, y reconocemos y aceptamos su divinidad, honraremos su trabajo y dependeremos de él para nuestro propio crecimiento personal y nuestra santificación.
Piensa en lo que significa que el Espíritu Santo, Dios mismo, esté trabajando en tu vida. ¿Qué grandes promesas encontramos aquí para nosotros al saber que es Dios quien está obrando a fin de transformarnos en lo que podemos ser para él? ¿Por qué esta es una verdad elevadora y reafirmadora?
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